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domingo, 18 de agosto de 2013



Somos o no somos 

      Pues ni se sabe. 
      Si oyes a unos, somos. Si oyes a otros, no somos.

      Y como no se ponen de acuerdo, lo que sí seguimos siendo es 'cainitas' que gozamos, o al menos eso parece, con el daño que se le puede hacer al hermano. Porque mucho alardear de convivencia, talante, diálogo, encuentro, unidad y cualquier cosa que supusiera un acercamiento de posturas. Todo esto de cara a la galería, pero de puertas adentro tal parece que los que desean el enfrentamiento ganan por goleada. ¿Y quienes son los incordiantes internos? Los de siempre otra vez, los que ven en peligro su silla y su protagonismo. Total, somos una buena cantidad de tontos los que les hacen/hacemos caso, los que votamos con locura propuestas partidistas que nos llevan por el camino oscuro al enfrentamiento mantenido históricamente y que no somos capaces de desprendernos de ese ridículo enfrentamiento que solo olvidamos, momentáneamente, cuando la desgracia llama a nuestra puerta, cuando la naturaleza nos recuerda que somos una mera comparsa en su casa y que si no colaboramos estamos condenados a la desigualdad. Una desigualdad que se olvida en el momento que nos creemos superiores por ideología o por economía. No podemos agregar a esa ideología y esa economía la razón de la fuerza, la que nos daría la fuerza armada, las armas que asustaran al vecino, al hermano.

      Toda la historia está plagada de acontecimientos sangrientos para conseguir lo que tienen los demás. Todo ha sido una especulación constante de alianzas entre países. Las ha habido, las hay y, desgraciadamente, las seguirá habiendo. 

      Hay muy buenos libros que nos hablan de las civilizaciones anteriores a nosotros, y hay otros que se centran en alianzas políticas y armamentísticas. De guerras calientes y de guerras frías. Pero no nos sirven para aprender y razonar lo que políticamente nos quieren hacer ver. Los intereses políticos están por delante, muy por delante, de los intereses sociales. Y picamos. Porque la cúpula económica mundial así lo desea, nos manejan como quieren, y picamos. Protestamos mucho, pero picamos.

      Todo lo que acontece en la actualidad es por motivos económicos. Y lo que debiera ser social se convierte en económico porque así lo deciden los especuladores de turno. La desgracia es que nosotros mismos ayudamos por los despistes propiciados por los políticos al servicio de la élite económica mundial a seguir la senda del cainismo, la senda de seguir enfrentados entre hermanos.

      Tenemos ante nosotros un acontecimiento que se está convirtiendo en cíclico, y los cainitas de turno comienzan a ver tal cosa según el color con que lo miran, olvidando que mañana tendremos que volver a convivir.
      Aquellos que aprovechan este acontecimiento para medrar y pretender arrimar el ascua a su sardina puede que consigan un éxito temporal, pero que olvidan el mañana. Solo cuando les recuerdan ese enfrentamiento entienden que hay quienes tienen una visión distinta de tal acontecimiento y comienzan a ver como culpables a quienes no piensan del mismo modo que ellos expresan.

      ¿Y quienes tienen la razón? Pues aquellos que consigan imponer la fuerza de la razón por encima de la razón de la fuerza.

      Estos días tenemos un acontecimiento que hasta los diarios de turno nos exponen como sus razones, que no son otras que intentar llevar a su terreno político sus respectivos puntos de vista. Nos cuentan sus historias y nos hablan de organismos internacionales que intervienen en el acontecimiento, pero que quedan en ridículo ante la opinión pública, la misma que habla de esos organismos cuando alguna resolución les favorece, pero que los niegan cuando esos mismos organismos no les son favorables. Se crearon para solucionar problemas, pero solo consiguen alargar esos problemas e incluso agravarlos.

      Se nos habla de fechas históricas que son el inicio de esos problemas. Los que crearon esas alianzas políticas que buscaban una imposición de su estrategia geopolítica y que pretenden mantener aún en la actualidad con la ayuda de la razón de la fuerza. Una razón que, cuando choca con otra superior, se diluye como azucarillo en el agua y busca sin demora una solución que no les cause problemas.

      En la historia de la humanidad los Imperios van y vienen, no se detienen. Porque si eso sucediera, si un Imperio se impusiera, no hablaríamos más de la 'fuerza de la razón', la razón sería la que se impondría por el Imperio que ejerciera la fuerza.
Esa fuerza es la que se impone en la actualidad en España, pero como nos entretiene mucho más el cainismo que la fuerza de la razón, y nuestros dirigente van por libre del mismo modo que lo hacen los que pretenden ser dirigentes, y nosotros, el pueblo llano, se lo permitimos porque no queremos ejercer la fuerza de la razón, pues así nos va.

      No hace falta esfuerzo costoso para ver esto dando un paseo por los distintos medios, tanto locales, nacionales o internacionales. Y por si fuera poco estamos nosotros, los cainitas, los que gozamos exponiendo puntos de vista políticos por encima de los sociales. Blogs y foros echan humo tratando de imponer su punto de vista, que no es otro que aquel que ven representado por su padrino político. Y los que se quieren apartar de esos seguimientos se convierten en leprosos para esos que opinan cosa contraria a la de ellos. En ese momento me viene a la mente la publicidad del tabaco: El tabaco mata. Y rápidamente pienso en otra buena publicidad preventiva para acabar con el cainismo: La ideología mata.
Si prevenimos los accidentes y las enfermedades ¿porqué no prevenir la ideología que mata?

      No he mentado ni nombres ni regiones ni países ni políticos ni persona alguna, ni siquiera una ilustración que prefiero guardar para más adelante, pero todos saben/sabemos de qué y de quienes hablo.

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