Translate

sábado, 16 de noviembre de 2013


¿Por qué fracasa el socialismo? 


Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca 
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.



      Quise comenzar con esta poesía de Machado porque me parecía muy apropiada para traer aquí algo que recordaba haber leído hace tiempo.

      Esto es que estaba leyendo a un señor que recordaba, a tenor de la crítica al actual gobierno del PP por el mal hacer de este, que en su día ya el PSOE pasó por es mismo dilema, dilapidar una mayoría con riesgo de ir a parar a la oposición. Todo puede suceder.

      La mayoría que Felipe González consiguió fue ilusionante para el sector de la izquierda en general y para el socialista en particular. Tal pareciera que iban a poder cambiar el rumbo, el camino, que el mundo llevaba en aquel momento. Toda una ilusión truncada porque la realidad nos trae de nuevo al camino que nunca deberíamos haber perdido de vista.

¿Y por qué ese camino se nos traspuso si todo eran parabienes para conseguir metas superiores?

      Pues que en el camino nos hemos tropezado con gente no muy buena compañera para hacer ese recorrido. 
      Nos pudo el ego, la prepotencia, la vanidad de creer que nadie podría hacer sombra a una mayoría absoluta. Y nos ayudaba Europa. O mejor decir, el socialismo se creyó ayudado por Europa. La CEE parecía estar al servicio del gobierno con las ingentes cantidades de dinero que llegaban de Bruselas la sociedad española mejoraría considerablemente. Aún recuerdo aquellos enormes carteles amarillos y azules con la banderita europea de las doce estrellitas y las grandes letras FEDER.

      Todo eso hubiera sido posible si dos grandes inconvenientes no se hubieran unido para llevar la contraria al socialismo de Felipe González
      El primero de los inconvenientes fue que Europa dio las órdenes de desmantelar la industria española, y la desindustrialización se convirtió en un caos y en una desgracia para el obrero. 
      El segundo inconveniente fue que se tropezó con personajes que consideraron hacer trampas para mejorar sus posibilidades, y surgieron los antecessor del Bárcenas actual. Los que se adueñaron de aquella actualidad fueron los artífices de Filesa, Malesa y Times Sport.



      Dicho lo anterior voy a exponer el porqué de lo que el título de este artículo quiere decir, y no es otra cosa que lo que decía recordar con lo recogido hoy mismo en la lectura de las opiniones vertidas en un foro por una de esas personas que parece se le va la vida en sus apreciaciones en defensa de sus ideales, y que no tienen en cuenta que se pueden convertir en los principales culpables de los males de sus propias ideas. Con amigos así, no son necesarios muchos enemigos. ¿Lo tendrán en cuenta los partidos políticos?

      Parece que no se dan cuenta. La defensa del amigo no está en defenestrar a los contrarios en su totalidad. Generalizar no acarrea justicia, máxime cuando quienes generalizan de ese modo suelen escudarse en que no todos los políticos son iguales. ¿Pero es que todos los buenos están a su lado y todos los malos son del vecino? Va a ser que no.

      Y ahora es precisamente el vecino el que lo lleva crudo. 

      A los anteriores, los socialistas, de la mano de Zapatero les ayudaron un atentado y una guerra que apeó a los actuales del poder. Y tal parecía que soplaba el viento a favor, y surgieron aquellas palabras ingeniosas y alegres de un presidente que nos llevaba por la Champions League, le echaba el aliento a Sarkozy, e invertía alegremente el dinero del ladrillazo hasta que este se convirtió en el mal de la crisis de los españoles, aunque yo creía que la crisis había llegado de América, sus bancos y sus especuladores.
Por cierto, del dinero del ladrillo no he oído de nadie del mundo de la izquierda que se haya retenido en absoluto en poner a buen recaudo los beneficios de las tasas y los permisos de construcción y urbanismo de las distintas ciudades y pueblos de la piel de toro. ¿Saben de alguno que renunciara a ello?

      Y llegó la crisis. Y la adjudicación de la culpa. Pero del dinero de ese asunto, mejor no hablar.
      Y de las Cajas de Ahorros tampoco vamos a hablar, para no poner nombres y apellidos a todos los políticos y sindicalistas que guardaban silla en los consejos de administración. Baste con saber que los directivos se lo han llevado crudo y seguro que todos eran de derechas. Un gobierno fuerte lo hubiera sido hasta el final, sin adelantar elecciones por la crisis y sin ir perdiendo ministros como si de un árbol caducifolio se tratara.

      Ahora le toca el turno al PP. Llega al poder con el desgaste del PSOE y con la intención de demostrar que son capaces de ello, de terminar con la crisis. Pero es dura de roer y terca de convencer. Europa vuelve a mandar directrices nuevamente para meter en España el dinero que se necesita, y se lo dan con la misma fórmula que le dieron a Felipe González. La diferencia es que esta vez no hay desindustrialización, hay recortes. 

      A la debacle de la derecha se le suma su mal hacer en la gestión, sus mentiras electorales, la financiación ilegal, aun en fase judicial y el mal carisma de Mariano Rajoy que, junto con las malas actuaciones de varios de sus ministros, aunque no haya remodelación alguna de gobierno, todo ello les aboca a perder su absoluta mayoría. La suerte que tiene esta desastrosa derecha es que ni con esas parece que el PSOE tenga opciones de mejorar, ya que no ayuda Andalucía y sus EREs, nada ayuda Cataluña y su PSC, y tampoco ayuda en nada la ambigüedad y el engaño de Javier Fernández a sus socios de gobierno. Todo ello junto con la cerrazón de Rubalcaba de sentirse imprescindible a su partido hacen que las encuestas no les sean favorables. El socialismo no levanta cabeza.



      Y por estos, por todos estos es por lo que he recordado una clase práctica de por qué fracasa el socialismo.

Universidad de Texas - TECH


   
Un reconocido profesor de economía de la Universidad norteamericana de Texas, Texas Tech University, alegó que él nunca había suspendido a uno de sus estudiantes, pero que, en una ocasión, tuvo que suspender a la clase entera.

Cuenta que esa clase le insistió que el socialismo sí funcionaba, que en este sistema no existían ni pobres ni ricos, sino una total igualdad.

El profesor les propuso a sus alumnos hacer un experimento en clase sobre el socialismo: Todas las notas iban a ser promediadas y a todos los estudiantes se les asignaría la misma nota de forma que nadie sería suspendido y nadie sacaría una E (excelente).

Después del primer examen, las notas fueron promediadas y todos los estudiantes sacaron B. Los estudiantes que se habían preparado muy bien estaban molestos y los estudiantes que estudiaron poco estaban contentos.

Pero cuando presentaron el segundo examen, los estudiantes que estudiaron poco estudiaron aún menos, y los estudiantes que habían estudiado duro decidieron no trabajar tan duro ya que no iban a lograr obtener una A; y, así, también estudiaron menos. 

¡El promedio del segundo examen fue D! Nadie estuvo contento.

Y ya cuando se llevó a cabo el tercer examen, toda la clase sacó F: ¡Suspenso a todos!

Las notas nunca mejoraron. Los estudiantes comenzaron a pelearse entre si, culpándose los unos a los otros por las malas notas hasta llegar a insultos y resentimientos, ya que ninguno estaba dispuesto a estudiar para que se beneficiara otro que no lo hacía.

Para el asombro de toda la clase, ¡todos perdieron el año! Y el profesor les preguntó si ahora entendían la razón del gran fracaso del socialismo.

Es sencillo; simplemente se debe a que el ser humano está dispuesto a sacrificarse trabajando duro cuando la recompensa es atractiva y justifica el esfuerzo; pero cuando el gobierno quita ese incentivo, nadie va a hacer el sacrificio necesario para lograr la excelencia.

Finalmente el fracaso será general. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario